lunes, 25 de junio de 2007

Respeto al juego democrático

Esta claro que en momentos en que Bolivia avanza esforzadamente construyendo una democracia inclusiva, alguien se incómoda y lanza mensajes desestabilizadores pretendiendo negar las reglas del juego democrático.

Las expresiones irresponsables de dirigentes cívicos como Branco Marinkovic convocando a las FFAA o del ex ministro mirista Carlos Dabdoub, con un llamado a la desobediencia civil, son síntomas desesperados de un estado de espanto que por igual lo comparten la derecha, la oligarquía camba y factores de poder externos. Al mismo tiempo esas posiciones violentas y antidemocráticas son evidencia directa de que Bolivia está cambiando en democracia y que por lo tanto el MAS transita por el camino correcto. Ladran, ladran.

Hace cinco años la crisis política del país, con el empate catastrófico de por medio, era tal que no había más salida que formar el nuevo gobierno mediante elecciones. Ese fue el sendero y junto a esa salida política se definió que la instancia para resolver los problemas estructurales y de organización de la sociedad boliviana era la Asamblea Constituyente. Todos aprobamos ese acuerdo y fuimos a las elecciones del 18 de diciembre y a las elecciones para la Constituyente del 2 de julio.

En esa línea el gobierno electo el 18 de diciembre del 2005 está cumpliendo con las propuestas que lanzó al país y la Asamblea Constituyente -aunque con dificultades- está trabajando para refundar Bolivia, porque fue elegida para ese fin.

Pero cuando el país ya esta cambiando y se dan pasos hacia una democracia incluyente en el tema de tierras, recursos naturales y lucha contra la corrupción, surge un sector político que no está de acuerdo con esa medidas y busca argumentos para deslegitimar a la Asamblea Constituyente, es decir patear el tablero y de ese modo desconocer la propia legalidad que ellos contribuyeron a crear. Aquí está ocurriendo aquello de lo que nos alertó Marcelo Quiroga Santa Cruz en los 70, con motivo de los golpes de Estado que promovió la derecha latinoamericana, cuando ya no le sirvió la propia legalidad que ella misma había creado.

En base a la experiecia acumulada es necesario expresar al grupo de cívicos que se escuda en sentimientos autonómicos lo siguiente: seamos coherentes con lo que planteamos. Pues si pedimos en algún momento elecciones, aceptemos su veredicto, por duro que sea. Si aprobamos ir a la Constituyente, aceptemos las decisiones que de ahí salgan. Que es eso de decir: "Yo ya no juego por que estoy perdiendo el partido".

Elegimos la Constituyente para resolver en paz y democracia los grandes problemas estructurales del país, pues respetémosla. Las demás son salidas cobardes y antidemocráticas que no corresponden a una Bolivia que está mucho más madura políticamente y que no asustará ante las fanfarronadas de la derecha.

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